jueves, 16 de agosto de 2018

EL CANTAR DE GESTA I (El Mío Cid)

(EN CASTELLANO MODERNO)

1.

Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando;
hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.
Vio como estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos,
sin halcones de cazar y sin azores mudados.
Y habló, como siempre habla, tan justo tan mesurado:
"¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados".

2

Agüeros en el camino de Burgos
Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas.
Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra,
pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda.
Movió Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza:
"¡Ánimo, Állvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan,
pero cargados de honra hemos de volver a ella! "

3

El Cid entra en Burgos
Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró.
Sesenta pendones lleva detrás el Campeador.
Todos salían a verle, niño, mujer y varón,
a las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.
¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era el dolor!
Y de los labios de todos sale la misma razón:
"¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!"

4

Nadie hospeda al Cid.
Sólo una niña le dirige la palabra para mandarle alejarse.
El Cid se ve obligado a acampar fuera de la población, en la glera.
De grado le albergarían, pero ninguno lo osaba,
que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña.
La noche pasada a Burgos llevaron una real carta
con severas prevenciones y fuertemente sellada
mandando que a Mío Cid nadie le diese posada,
que si alguno se la da sepa lo que le esperaba:
sus haberes perdería, más los ojos de la cara,
y además se perdería salvación de cuerpo y alma.
Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas
de Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada.
Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba;
cuando a la puerta llegó se la encuentra bien cerrada.
Por miedo del rey Alfonso acordaron los de casa
que como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada.
La gente de Mío Cid a grandes voces llamaba,
los de dentro no querían contestar una palabra.
Mío Cid picó el caballo, a la puerta se acercaba,
el pie sacó del estribo, y con él gran golpe daba,
pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada.
La niña de nueve años muy cerca del Cid se para:
"Campeador que en bendita hora ceñiste la espada,
el rey lo ha vedado, anoche a Burgos llegó su carta,
con severas prevenciones y fuertemente sellada.
No nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada,
porque si no perderíamos los haberes y las casas,
perderíamos también los ojos de nuestras caras.
Cid, en el mal de nosotros vos no vais ganando nada.
Seguid y que os proteja Dios con sus virtudes santas."
Esto le dijo la niña y se volvió hacia su casa.
Bien claro ha visto Ruy Díaz que del rey no espere gracia.
De allí se aparta, por Burgos a buen paso atravesaba,
a Santa María llega, del caballo descabalga,
las rodillas hinca en tierra y de corazón rogaba.
Cuando acabó su oración el Cid otra vez cabalga,
de las murallas salió, el río Arlanzón cruzaba.
Junto a Burgos, esa villa, en el arenal posaba,
las tiendas mandó plantar y del caballo se baja.
Mío Cid el de Vivar que en buen hora ciñó espada
en un arenal posó, que nadie le abre su casa.
Pero en torno suyo hay guerreros que le acompañan.
Así acampó Mío Cid cual si anduviera en montaña.
Prohibido tiene el rey que en Burgos le vendan nada
de todas aquellas cosas que le sirvan de vianda.
No se atreven a venderle ni la ración más menguada.

11.

(...)
Por Burgos atravesó, el Arlanzón ha pasado,
encamínase a la tienda de Mío Cid bienhadado.
Ruy Díaz le ha recibido, abiertos ambos los brazos:
"Ya estás aquí, don Martín Antolínez, fiel vasallo,
Dios quiera que llegue el día en que pueda darte algo."
"Aquí estoy, Campeador, y buena ayuda os traigo,
para vos seiscientos marcos, y para mí treinta he sacado.
Mandad recoger la tienda y a toda prisa partamos;
que en San Pedro e Cardeña nos coja el cantar del gallo.
Veremos a vuestra esposa, esa prudente hijadalgo.
Muy corta sea la estancia, de Castilla no salgamos,
así es menester, que el plazo del destierro va expirando."

12

El Cid monta a caballo y se despide de la catedral de Burgos,
prometiendo mil misas al altar de la Virgen.
Esto dicho, manda el Cid alzar su tienda en seguida.
El Cid y todos los suyos cabalgan a mucha prisa.
La cara de su caballo vuelve hacia Santa María
alza la mano derecha y la cara se santigua:
"A ti lo agradezco, Dios, que el cielo y la tierra guías;
que con vos en deuda quedo de haceros cantar mil misas".
Hoy a Castilla abandono, del rey me arroja la ira:
¡quién sabe si he de volver en los días de mi vida!
Que vuestro poder me valga al marcharme de Castilla,
y que él me ayude y me acorra de noche como de día.
Si así lo hacéis, Virgen Santa, y si la suerte me auxilia
a vuestro altar mandaré muchas cosas y muy ricas,
que con Vos en deuda quedo de haceros cantar mil misas."
Aprisa cantan los gallos y quebrar quiere el albor
del día, cuando a San Pedro llega el buen Campeador.
Estaba el abad don Sancho muy buen cristiano de Dios,
rezando a San Pedro apóstol y a Cristo Nuestro Señor:
"Tú, que eres guía de todos, guíame al Campeador."

15

Los monjes de Cardeña reciben al Cid.
Jimena y sus hijas llegan ante el desterrado.
A la puerta llaman; todos saben que el Cid ha llegado.
¡Dios, qué alegre que se ha puesto ese buen abad don Sancho!
Con luces y con candelas los monjes salen al patio.
"Gracias a Dios, Mío Cid, le dijo el abad don Sancho,
puesto que os tengo aquí, por mí seréis hospedado."
Esto le contesta entonces Mío Cid el bienhadado:
"Contento, de vos estoy y agradecido, don Sancho,
prepararé la comida mía y la de mis vasallos.
Hoy que salgo de esta tierra os daré cincuenta marcos,
si Dios me concede vida os he de dar otro tanto.
No quiero que el monasterio por mí sufra ningún gasto.
Para mi esposa Jimena os entrego aquí cien marcos;
a ella, a sus hijas y damas podréis servir este año.
Dos hijas niñas os dejo, tomadlas a vuestro amparo.
A vos os las encomiendo en mi ausencia, abad don Sancho,
en ellas y en mi mujer ponedme todo cuidado.
Si ese dinero se acaba o si os faltare algo,
dadles lo que necesiten, abad, así os lo mando.
Por un marco que gastéis, asl conveto daré cuatro."
Así se lo prometió el abad de muy buen grado.
Ved aquí a doña Jimena, con sus hijas va llegando,
a cada una de las niñas la lleva una dama en brazos.
Doña Jimena ante el Cid las dos rodillas ha hincado.
Llanto tenía en los ojos, quísole besar las manos.
Le dice: "Graciias os pido, Mío Cid el bienhadado.
Por calumnias de malsines del reino vais desterrado."

16

Jimena lamenta el desamparo en que queda la niñez de sus hijas.
El Cid espera llegar a casarlas honradamente.
"¡Merced os pido, buen Cid, noble barba tan crecida!
Aquí ante vos me tenéis, Mío Cid, y a vuestras hijas,
de muy poca edad las dos y todavía tan niñas.
Conmigo vienen también las damas que nos servían.
Bien veo, Campeador, que preparáis vuestra ida;
tenemos que separarnos estando los dos en vida.
¡Decidnos lo que hay que hacer, oh Cid, por Santa María!"
Las dos manos inclinó el de la barba crecida,
a sus dos niñitas coge, en sus brazos las subía,
al corazón se las llega, de tanto que las quería.
Llanto le asoma a los ojos y muy fuerte que suspira.
"Es verdad, doña Jimena, esposa honrada y bendita,
tanto cariño os tengo como tengo al alma mía.
Tenemos que separarnos, ya los veis, los dos en vida;
a vos os toca quedaros, a mi me toca la ida.
¡Quiera Dios y con Él quiera la Santa Virgen María
que con estas manos pueda aún casar nuestras hijas
y que me puede ventura y algunos días de vida
para poderos servir, mujer honrada y bendita!"

17

Un centenar de castellanos se juntan en Burgos para irse con el Cid.
¡Qué gran comida le hicieron al buen Cid Campeador!
Las campanas de San Pedro tañían a gran clamor.
Por las tierras de Castilla iba corriendo el pregón
de que se va de la tierra Mío Cid Campeador.
¡Cuántos dejaron su casa, su tierra o su posesión!
En aquel día en la puente que pasa el río Arlanzón
júntanse muchos guerreros, mas de ciento quince son.
Todos iban en demanda del buen Cid Campeador.
Llega Martín Antolínez, con ellos se reunió,
y se van para San Pedro en donde está su señor.




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Para despuntar el vicio...

1) respondé las siguientes preguntas:
a) ¿Cómo se siente el Cid al dejar su hogar?
b) ¿Qué elementos transmiten sensación de pérdida o abandono?
c) ¿Qué señales aparecen en a sañoda de Vivar y en la entrada de Burgos?
d) ¿Por qué los habitantes de Burgos no quieren recibir al Cid?¿Qué piensan de él y del Rey?
e) ¿Quién queda a cargo de la familia del Cid? ¿Cómo piensa él recompensarlo?
f) ¿Qué les promete a quienes lo acompañan en el destierro?

2) Explicá en un breve texto cuál es la estrategia que usa para tomar la ciudad de Castejón.

3) En el Cantar se destaca la importancia de las ganancias obtenidas por el Cid en su campaña. Señalá en los fragmentos tres partes en las que se haga referencia a esas ganancias materiales.

4) En el fragmento se caracteriza al personaje del Cid a través de la exposición de sus virtudes.
a) ¿cuáles de las siguientes virtudes podés ver en los fragmentos leídos?
     o    buen servidor del rey
     o    buen señor
     o    buen esposo
     o    buen padre
     o    buen cristiano
     o    buen jefe militar

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II PARTE


Para seguir trabajando les propongo mirar la película "A Knight Tale (Corazón de Caballero)". Pueden encontrarla en Youtube, aunque también puede encontrarse con mayor calidad. A continuación, les dejaré otro par de consignas...

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